Sin un lugar donde volar escapando del dolor y los recuerdos.
Vaciando las penas en el alcohol y manchando de palabras el destino, prófugos del amor y la armonía.
Solos sin la sensatez de la locura, triste parodia de Isolde sin Tristán.
Mientras felicidad pasa de largo por la ventana, mientras los ojos se escurren y la lengua retuerce; sin el sonido de tus labios o el perfume de tus pasos mientras me escapo del delirio de tu voz, mientras la vida grita esa mueca obscena en obvia alusión al destino, mientras quedamos atrapados en un delirio, encerrados en la cárcel de tu nombre de mujer, dejando por fin huellas en el desierto, recorriendo el sonido que grabamos, la tinta que escupimos o el imposible que amamantamos.
Cuando estalle el honor espero que huyas contigo y te quedes conmigo, con el sueño perdido, con el paraíso escondido, el mar de piedras o la montaña de bosques, los debralles antropomórficos, los amantes misoginos o los filósofos felices, los moralistas sin escrúpulos, los nihilistas bondadosos, los idealistas despiertos, los humanos conformes o una mujer amando un hombre (¿Acaso la ha habido?).
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