Ja viernes de reventón, por fin era el fin de semana y no lo iba a dejar pasar como si nada.
Recién salíamos de exámenes, decidimos salir con una amiga tuya a divertirnos.
Tres botellas; una de vodka, otra de tequila y una de un inusual coñac, sirvieron para ambientar nuestra pequeña reunión en la cual se dieron tantas combinaciones de alcohol, risas y descaros que aun hoy me resulta imposible saber si aquello fue en verdad tan placentero o fue una vana ilusión surgida al calor de aquellas tristes botellas que nos rendían su felicidad en cada sorbo.
Te veías particularmente hermosa aquella noche, ya alguna vez habíamos sido novios, pero aquello acabo, no se si por mi inmadurez o por mi constante búsqueda por algo que tenia encarnado justo frente a mi, tu, la felicidad.
Habíamos acabado como amigos, pero éramos algo muy parecido a los amantes.
Siempre hablábamos y nos frecuentábamos íntimamente, creo que muchas veces me diste las indirectas para decirme lo que sentías, pero siempre me fingí no entenderlas.
Últimamente había pensado en encontrar la tan ansiada presea en otra muchacha bastante bonita, pero esa noche los licores me hacían ver todo con más claridad, y más aun decirlo.
No estoy seguro si te dije lo que creo haber pronunciado bajo la influencia de aquellos duendes traviesos del alcohol, pero si de algo estoy seguro es de haberte hablado con el corazón.
Ese instante solo parecía que hubiese cabida en el mundo para dos personas, solo estábamos tú y yo, los demás se habían esfumado o eran ya parte de nosotros.
Planeaba juntarnos en un beso, pero al momento de sentir tus suaves labios entre los míos desperté.
Era una fría habitación, incolora e insípida. Rodeado de paredes blancas, me encontraba desesperado por lo cerca que habíamos estado y lo lejano que se veía ahora aquel momento. Sin dudarlo un segundo me levanté para buscarte en la inmensidad de mundo que se abría ante mis ojos.
Me detuvo la enfermera. Me enteré de lo sucedido, de mi desmayo, de tu congestión alcohólica que te llevó hasta la cama. De lo cerca que estuve de morir y de lo lejos que estuvimos de besarnos.
Ja, que pésima suerte, ahora pienso en lo que vino después: los regaños, la perdida de intimidad, tu partida a lo lejos, de lo cerca que estuve de ser feliz por toda una vida y de lo cerca que estoy de serlo por lo que queda de tiempo.
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:O
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