Cualquier filósofo, científico, psicólogo o cualquiera con medio cerebro diría que no se puede el amor a primera vista, pero heme aquí con un cerebro completo y aun así enamorado de ti.
¿Cómo? No se. Fue imprevisto como tu llegada, tu sonrisa y tu mirada nerviosa que me impactaron desde el principio. No te conocía y sin embargo algo más allá de mi existencia me decía que te hablara, que te tocara, que te amara.
Cualquier filósofo, científico, psicólogo o cualquiera con medio cerebro te habría hablado, dicho algo, entablado una amistad y confesado el amor para finalmente dormir en tus brazas.
Y heme aquí, con medio cerebro de más que sólo me estorba en el que quiero sea mi camino.
Y sí, en diez años de consuelo a tu lado no he hecho más que admirarte, amarte y hasta escribirte, no me arrepiento de esas cosas, me arrepiento que todos sean secretos.
Pero hoy, hoy, creo que debe ser el día. Ayer acabé la obra que me revele y si, hoy te la daré.
Lamentablemente la cobardía sigue presente y sólo paso el papel por debajo de la puerta, sin firma pero con la intención de que sepas que alguien te quiere. Espera, te oigo venir, me alejo pero sigo escuchándote, no vienes sol, creo que es ese amigo tuyo de nuevo, bueno no importa.
Abres la puerta y vez aquel papel tirado, te agachas a recogerlo mientras me pregunto si fue buena idea dejarlo allí a su suerte.
Mis nervios llegan a su límite mientras susurras las palabras y mi corazón se desborda al escuchar el grito de emoción felicidad y amor.
En mi vida había abandonado la melancolía ahora quería saltar y decir quien era el autor de ese poema, derrumbar el muro de silencios construido con los años y entregarme con los brazos abiertos a la felicidad.
Pero hay formas en las que la pequeña satisfacción desaparece y descubro un de ellas mientras dices en voz llena de emoción.-gracias Mauricio, hace mucho que siento lo mismo por ti, te amo y si, quiero ser feliz toda mi vida y muerte a tu lado.-
El sonido de la puerta al cerrarse acaba con tu voz, no así con mi calumnia.
Es allí cuando lo entiendo, no eran las mitades, era yo, que nací para perder, para perderte esto es.
30 ene 2009
15 ene 2009
Un día de aquellos.
Es increíble como funciona el amor.
En una simple persona crees ver todas las cualidades que deberías ver en un dios.
Buscas todo lo que puedas tener en común, y por más que veas que son totalmente diferentes crees que están hechos el uno para el otro.
Aunque nunca te haga caso, tú siempre le observas. Cuando te dirige una sonrisa o un saludo te quedas sin dormir noches enteras pensando si aquel gesto fue meramente espontáneo o si tuvo mucho que ver.
Te preguntas si ella piensa en ti en algún momento; intentas encontrarla en todas partes durante el día, y, por las noches sueñas con la caricia de sus ojos, con la sonrisa de sus manos. Es todo un frenesí. Despiertas en las noches con un peinado alborotado y una sonrisa en vez de rostro y te preguntas de nuevo si piensa en ti.
Todo se complica cuando planeas institucionalizar el amor y te preguntas si decirle lo que sientes es buena idea.
Vives atormentado por la incertidumbre de no saber lo que piensa y hasta tratas de desenamorarte intentando encontrar cuantos defectos sea posible. Es en vano. Por más que buscas no encuentras nada.
Tu amor se convierte en locura y no puedes pasar un momento sin pensar en ella. Cualquier cosa que diga o haga que se relacione contigo te parece una insinuación.
Si antes dormías pensando en ella, ahora pasas todo ese tiempo despierto y preguntándote por ella.
Vives así, en calumnia hasta que un día la vez pasar. No va sola, va abrazada por algún otro gandul que con más suerte o quizá más empeño que tu.
En ese momento toda esperanza, ilusión o sueño se hace pedazos.
Pierdes la fe en la vida. Quieres convertirte en ese aire gélido que pasa en aquel momento.
Quieres borrar esa sonrisa de tu rostro.
Quieres querer matar, quieres querer odiar. Pero no puedes.
Desquitas tu ira con toda la raza humana. Que si ese invalido está muy estúpido ¿Por qué? Bueno el es el invalido. En cada pareja ves un matrimonio forzado porque el inútil ese acabara embarazándola.
Y así eres inmensamente triste. Detestas al género humano y a ti por sobre todos.
Quieres llorar, quieres perderte, quieres morir.
Sigues de esa manera hasta que el amanecer de la noche llega a ti y decides callar por un momento todas las voces a tu alrededor.
Piensas que es un momento hermoso para morir y guardas silencio un momento sólo para escuchar que el corazón sigue latiendo.
En una simple persona crees ver todas las cualidades que deberías ver en un dios.
Buscas todo lo que puedas tener en común, y por más que veas que son totalmente diferentes crees que están hechos el uno para el otro.
Aunque nunca te haga caso, tú siempre le observas. Cuando te dirige una sonrisa o un saludo te quedas sin dormir noches enteras pensando si aquel gesto fue meramente espontáneo o si tuvo mucho que ver.
Te preguntas si ella piensa en ti en algún momento; intentas encontrarla en todas partes durante el día, y, por las noches sueñas con la caricia de sus ojos, con la sonrisa de sus manos. Es todo un frenesí. Despiertas en las noches con un peinado alborotado y una sonrisa en vez de rostro y te preguntas de nuevo si piensa en ti.
Todo se complica cuando planeas institucionalizar el amor y te preguntas si decirle lo que sientes es buena idea.
Vives atormentado por la incertidumbre de no saber lo que piensa y hasta tratas de desenamorarte intentando encontrar cuantos defectos sea posible. Es en vano. Por más que buscas no encuentras nada.
Tu amor se convierte en locura y no puedes pasar un momento sin pensar en ella. Cualquier cosa que diga o haga que se relacione contigo te parece una insinuación.
Si antes dormías pensando en ella, ahora pasas todo ese tiempo despierto y preguntándote por ella.
Vives así, en calumnia hasta que un día la vez pasar. No va sola, va abrazada por algún otro gandul que con más suerte o quizá más empeño que tu.
En ese momento toda esperanza, ilusión o sueño se hace pedazos.
Pierdes la fe en la vida. Quieres convertirte en ese aire gélido que pasa en aquel momento.
Quieres borrar esa sonrisa de tu rostro.
Quieres querer matar, quieres querer odiar. Pero no puedes.
Desquitas tu ira con toda la raza humana. Que si ese invalido está muy estúpido ¿Por qué? Bueno el es el invalido. En cada pareja ves un matrimonio forzado porque el inútil ese acabara embarazándola.
Y así eres inmensamente triste. Detestas al género humano y a ti por sobre todos.
Quieres llorar, quieres perderte, quieres morir.
Sigues de esa manera hasta que el amanecer de la noche llega a ti y decides callar por un momento todas las voces a tu alrededor.
Piensas que es un momento hermoso para morir y guardas silencio un momento sólo para escuchar que el corazón sigue latiendo.
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